martes, abril 08, 2008

Quiero ser como mis hijos…

"De cierto os digo, que el que no recibe el reino de Dios como un niño, no entrará en él."

Lucas 18:17

7 de Abril de 2008

Quiero ser como mis hijos…

Hoy llegué del trabajo, como siempre, a las 7:30pm. Entramos a casa, cada uno con una cría. Caleb traía a Nanichi porque estaba dormida y yo traía a Alan porque camina muy lento.

Me senté en el medio de la sala, solté a Alan y le dije: “Gordo estoy cansada”. Me miró (tan bello :-)) con una sonrisa de “¡Qué gufia’o, mami ya estás aquí!” y lo entendí claramente cuando me lo dijo con un “Taa tah”. En ese preciso momento, se me quitó el cansancio. Primero que todo me transmitió esa energía y de esa bendición que me dijo “¡Qué pasa mami, muévete!”. Y por otro lado, esa carita tan chula que solo me dan ganas de estar besándolo y, como dice mi amiga Odette, morderle los deditos de los pies. Entonces pensé: “Gordo, quiero ser como tú”. Quiero de tus energías, de tu simpleza, tu curiosidad, tu espíritu aventurero y desafiante, de tu inocencia y tu amor infinito.

¡Está brutal! Los niños son así y mucho más. Mis hijos juegan, y juegan, y juegan, y vuelven a jugar y no se cansan. Pero tienen un sistema: CUANDO se cansan toman una buena siesta, se recargan y siguen jugando. Nosotros hacemos una tarea, PENSAMOS QUE ESTAMOS CANSADOS, y nos tomamos un “break” para luego continuar. Porque “aprendemos” que después de cierta cantidad de horas “es normal” que estemos cansados. Cuando en realidad es que “aprendimos” a ponernos límites. Y al fin y al cabo, nos damos cuenta de que no estábamos cansados y que podemos hacer mas.

Pero otras veces estamos cansados, llegamos a nuestros límites y seguimos trabajando. Dormimos un poco y no reponemos todas esas energías, y terminamos cansados todo el tiempo, arrastrando los pies hasta el trabajo, hasta la casa, dormimos un poco, nos arrastramos de nuevo al trabajo, a la casa y así termina la semana… arrastrándonos. Como lapitas todo el tiempo.

Eso no es todo. Mis hijos se caen, lloran un poco, se levantan y siguen jugando. Mientras nosotros los adultos estamos meses quejándonos por la caída y de dolores inexistentes, que terminan existiendo por lo mucho que pensamos en ellos (sean físicos o emocionales). Si otro niño les quita un juguete, se molestan con el niño, forcejean, se dan la espalda y al minuto (como mucho) están jugando juntos de nuevo. No hay rencor, no tienen una caja de resentimientos que crece día a día. “¡Si eres mi amiguito, vamos a jugar!”

Su curiosidad es admirable e interminable. Deberían ver la cara de Alan cada vez que abre la gaveta de los envases plásticos (la misma que estoy recogiendo cada cinco minutos): “Taa tah” agarra un envase “Glad”. Se lo pasa de mano en mano, prueba si le cabe en la boca, si le cabe lo muerde un rato, lo tira al piso, hace ruido, le da con las palmas de las manitas (como si fueran unas congas) vuelve y se lo mete en la boca, lo tira otra vez al piso, intenta ponérselo de sombrero, le cabe, no le cabe, lo tira y a los cinco minutos “Taa tah” agarra otro igual o distinto, no importa con tal de que pueda curiosear con él y vuelve a hacer mas o menos lo mismo que con el anterior. Cada utensilio tiene múltiples usos. Pero nosotros los adultos “Nooooo”, el envase plástico- para guardar el sobrante de comida, para morder –la comida, para pasar de manos en manos-una pelota, para hacer ruido- un instrumento musical, para ponernos en la cabeza- un susodicho sombrero que tiene que combinar con la ropa. ¡Qué aburrido! Por eso es que nos embrollamos- si queremos un utensilio para cada cosa.

Nanichi es que agarra cualquier par, sea de lo que sea, par de envases, par de cucharas, par de tapas, par de botellas… y las convierte en personas que se hablan, juegan, se pelean, se enamoran. Y yo que hay veces que no se ni como inventarle una historia y dependo de los libros de cuentos.

Basta con darles una caja de cartón para que comience la aventura…los vas a tener ocupados por horas dándole diferentes usos a la misma: casa, carro, castillo, mueble, marquesina, cocina, cohetes, túnel… la imaginación es infinita. Y nosotros compramos algo y botamos la caja, seguimos siendo unos aburridos. ‘Chacho… “Go Green”. La debemos guardar por lo menos para la mecánica.

Lo mejor de todo es que son de bendición para cada ser humano que se les acerca. Ellos no ven el color de la piel, la edad, el status social, la educación, ni el trabajo de la persona. Y eso no es solo mis hijos, así son todos los niños (si no han “aprendido” a ser de otra manera). Sea quien los mire, ellos le sonríen y le dan un poco del mucho amor que tienen. Si le piden un “tanto”… le dan un “taaaaanto” (abrazo), si le piden un beso… le dan un beso, “Soy tu amigo, ¿Porque no?” Como si ellos supieran al nacer que tenemos que amarnos los unos a los otros.

"Maestro, ¿cuál es el gran mandamiento en la ley? Jesús le dijo: Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente. Este es el primero y grande mandamiento. Y el segundo es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo."

Mateo 22:36-39

Quisiera volver 30 años en el tiempo (Wow! Casi na’), utilizar sabiamente mis energías, volver a tener esa sencillez, esa curiosidad por la vida… la aventura infinita. Pero ya que no puedo hacer eso, voy a ambicionar cada día a aprender algo nuevo de ellos. Quiero mirarlos cada día y emular sus acciones (menos las rabietas). Cantar las canciones de las películas siempre (como está haciendo Nanichi AHORA mismo “Thank you for let me be my friend!”). Tirar las sábanas y almohadas de la cama al piso y verlas caer como hace Alan todo el tiempo. Mirar al cielo todas las mañanas y decir “Mira el sol” y de noche “Mira la luna, ♫ escucha la nocheeeeee ♪” como también hace Nanichi.

Creo que Caleb ya está haciéndolo hace rato o nunca dejó de hacerlo: ¡Qué envidia le tengo a mi nene grande! Por eso quiero agarrar una caja, creer que es un castillo, que soy una princesa (Hello! Esta parte sí me la creo hace rato) y que ellos son mis duendes. Que llega mi príncipe encafetado (Caleb): con una pistola de agua en una mano y una TAZA DE CAFÉ en la otra. Hmm! Aunque si juego con Caleb, este me va a decir que eso es una guarida de soldados interplanetarios (que seríamos nosotros dos) que debemos defender de los duendes que dominan ese planeta que serían Alan y Nanichi. Incluso, que Mocha (nuestra gata) es una mutante que debemos de proteger de los duendes, o algo así. La intensión es disfrutarme la vida y no dejar que la “adultez” se apodere de mí.

"Cuando yo era niño, hablaba como niño, pensaba como niño, juzgaba como niño; mas cuando ya fui hombre, dejé lo que era de niño."

1 Corintios 13:11

PD: ¿Alguien me regala una caja? Que sea bien grande por favor.

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